domingo, 24 de febrero de 2013

Trucos y técnicas para cuentacuentos

 Qué sería de los cuentos si no hubiera quién los cuente, ¿no?

El cuentacuentos es como el músico que interpreta una partitura. La partitura puede ser una composición genial, pero si no hay un intérprete capaz de ejecutarla como es debido, toda la genialidad puesta en la composición se desperdicia.

Con los cuentos ocurre lo mismo. El escritor es quien planta la semilla del cuento, y el cuentacuentos es quien le da vida. Al igual que el músico que interpreta la partitura, el cuentacuentos debe dominar técnicas y conocer trucos para que el cuento llegue a su audiencia en su forma más pura, sin perder la esencia, el mensaje, la moraleja o lo que sea que el autor del cuento haya querido plasmar en él.

El escritor Francisco González Biedma hace un valioso resumen de las cosas que debe saber todo narrador para ser un buen contador de cuentos infantiles. A continuación transcribimos algunos párrafos (la nota completa, titulada “Qué cuentos contar y cómo contarlos”, aquí):

Cómo contar cuentos infantiles

Es importante preparar el ambiente en el que se va a narrar el cuento: iluminación, ubicación de los niños, incorporación de algún elemento (muñeco-mascota, pelota de colores, globos), quizás alguna actividad de relajación previa.

Es importante eliminar cualquier detalle que tienda a distraer la atención del cuento a narrar.

Deben seleccionarse los sucesos a narrar y distinguir entre los que son fundamentales y los que son accesorios para el cuento (en este sentido es importante tener en cuenta la estructura que presentan todos los cuentos).

¿Cómo captar la atención de los niños y mantenerla mientras dura la narración?

Para ello es de gran ayuda el contacto ocular, la incorporación de diferentes recursos: títeres, figuras, láminas, etc.

Para imprimir dinamismo a la narración conviene emplear oraciones cortas y sencillas, con los verbos preferiblemente en pretérito perfecto simple (bailó, compraron, jugué, etc.).
Preparar las actividades y el ambiente previo al cuento (durante el desarrollo y al finalizarlo).

Utilizar sinónimos más simples para palabras que sean demasiado complejas para la edad del niño.
Evitar las interrupciones, pues romperá la tensión (en el cuento no se admite el anticlímax) y desaparecerá la magia.

Si se desconoce al grupo al que se le va a contar el cuento y se desea determinar el lenguaje compresivo del mismo, se puede comenzar lentamente con comentarios libres y preguntas abiertas.


Cualidades del narrador
  • El narrador cuenta con estos instrumentos: su voz, su rostro y sus movimientos.
  • El narrador debe conocer sus propios límites y debe conocer el cuento que va a narrar y creérselo.
  • La cualidad fundamental del narrador ha de ser la sencillez. Para tener éxito es preciso abandonarse al relato, de este modo escogeremos de forma natural las palabras e imágenes más sencillas, las expresiones más cortas y los conceptos más claros.
  • El narrador debe entregarse completamente al juego de contar cuentos, así veremos cómo el rostro de los niños se iluminará o se ensombrecerá siguiendo la propia expresión. Es preciso ver lo que se cuenta con la imaginación.

Otras sugerencias
  • Hablar con tranquilidad, no turbarse jamás.
  • Hacer presentir la broma a través de las palabras y la expresión.
  • Explicar los relatos con entusiasmo.
  • Escoger bien el relato.
  • Fingir en caso de fatiga física o de haber repetido el cuento hasta la saciedad.
  • Evitar hablar demasiado alto.
  • Emplear nitidez en la articulación, es decir, tratar que nuestra voz sea fácil de oír y agradable de escuchar.
En resumen
El método más apropiado para procurar el éxito en el arte de contar cuentos comprende:
  • La simpatía.
  • La comprensión.
  • La espontaneidad.
  • Es necesario apreciar el relato y conocerlo.
  • Hay que servirse de la imaginación como una constante fuerza vivificadora.
  • Es preciso dejarse llevar por la fuerza del relato para contarlo con sencillez, vivacidad y alegría.

Publicado por Cuenterete

sábado, 23 de febrero de 2013

Consejos prácticos para preparar la sesión de Cuentacuentos



Para realizar cualquier actividad que salga de la rutina habitual es importante explicarla muy bien previamente y generar cierta expectación y sorpresa, para evitar que se convierta para los alumnos en un simple “hoy no hacemos clase normal”. 

¿Cómo generar expectación? 
Introduciendo algunos elementos que escapen de la rutina, por ejemplo, cambiar la disposición habitual del espacio, utilizar vestuario que os convierta en un personaje diferente... (con un simple sombrero o una peluca puede bastar).

En cuanto a la disposición espacial (en el vídeo, por necesidades de grabación estoy situada demasiado cerca de los alumnos y a demasiada altura) les recomiendo aumentar la distancia para que sea más fácil captar la atención de todo el grupo. Si el grupo es muy tranquilo y tiene capacidad de concentración lo ideal es eliminar la distancia, pero en ese caso olvidad la silla; es mejor que os integréis en el grupo.

¿Qué preparación previa necesita esta actividad?
En primer lugar, es necesario hacer un análisis del texto. Tesis del relato y contenidos: en el acto de explicar una historia nos estamos convirtiendo en intérpretes de la misma. Consciente o inconscientemente, al transmitir la historia estamos dando nuestra visión. 

Es importante, pues, que trabajemos previamente el texto para intentar ser lo más fiel posible al autor, para que nuestra interpretación no traicione la intención del texto. Esto nos ayudará mucho en la reflexión posterior con los alumnos. Debemos asegurarnos que la historia que han escuchado es la que está escrita.

Estructura: analizar previamente la estructura del relato nos facilita estructurar también nuestra exposición. Debemos tener claro cuándo vamos a utilizar las pausas y cuándo no. No podemos caer en el riesgo de que sean los alumnos los que “corten el relato” con comentarios o preguntas, pero tampoco podemos negar la participación del alumno 

¿Qué hacer entonces? 
Debemos procurar que el grupo capte de forma clara, a partir del ritmo de nuestro relato, cuándo puede participar, cuándo puede interrumpir y cuándo no. Para ello, debemos narrar con seguridad y ritmo vivo las partes del texto que incluyen los contenidos principales, dejar pausas entre estos “bloques” para facilitar la comprensión y la reflexión y utilizar los elementos de enlace del texto (la introducción a los diálogos, por ejemplo) para dejar que el grupo pueda participar, relajarse, prepararse, en definitiva, para el siguiente contenido.

Consejos prácticos para preparar la sesión de Cuentacuentos


Yo no soy cuentacuentos. ¿Qué debo hacer?

¿Cuántas veces nos hemos encontrado con un material valiosísimo que finalmente hemos descartado por ser demasiado largo o demasiado “denso” para alumnos de primaria? 
Incluso cuando preparamos este trabajo, nos planteamos la necesidad de acortar el relato para  hacerlo más digerible.

Finalmente decidimos respetar el texto por su riqueza de contenido y de estilo, pero... es muy largo. ¿Qué hacer para que los niños no acaben bostezando o hablando entre ellos? 
Ayudarnos de la estructura del texto nos va a ser muy útil aunque... no suficiente. Aquí van algunos trucos de cuentacuentos que os pueden ayudar: 

El primer truco, el más importante y que no falla nunca es la pasión. Si nosotros no nos emocionamos, no “entramos” de lleno en la historia, no podemos pretender que nuestros alumnos lo hagan. 

Explicar una historia es como hacer un regalo. Primero, hemos de querer hacerlo, después prepararemos bien nuestro regalo para que agrade lo más posible, lo envolveremos bien bonito e incluso prepararemos un pequeño ritual para entregarlo... 

Lo que haga falta para convertir nuestro regalo en un acontecimiento. ¿Cómo envolvemos nuestra historia, cómo hacemos que sea para nuestros alumnos tan especial como para nosotros? Aquí  van los siguientes trucos, no más importantes que el primero pero un poco más concretos.

Utilizaremos el tono más agudo de nuestra voz que sea natural. Si se fijan en las películas infantiles de animación, los personajes “positivos”, tanto masculinos como femeninos, utilizan tonos más agudos que los “negativos”. No es casualidad. 

Los tonos agudos se identifican con valores como la honestidad, la bondad y la protección y generan una mayor receptividad, siempre y cuando se utilicen con dulzura y no sea un agudo extremo.

Cambiaremos el volumen de nuestra voz para evitar la monotonía. Los cambios de voz pueden acompañar los cambios de personaje o los bloques de contenido, aunque también podemos jugar con el volumen de la voz de manera más aleatoria, dependiendo de nuestra experiencia. Les aconsejo que utilicen el susurro porque ayuda a captar la atención y crea complicidad; a todos nos gusta que nos confíen “secretos”...

Utilizaremos acciones rutinarias que acompañen al texto. Las acciones nos permiten “anclar” el texto. Los niños captan en seguida el ritmo de estas acciones y están pendientes de que se sucedan correctamente.


Consejos prácticos para preparar la sesión de cuentacuentos exigentes y eso es algo que podemos aprovechar. En nuestra sesión yo me “olvidaba” de ponerme el lápiz entre los labios a partir de la mitad del relato y algunos niños rápidamente me lo recordaban. Así aseguraba su atención y de paso me servía para comprobar que realmente seguían el relato. Nos ayudaremos también de la gesticulación e incluso podemos utilizar elementos externos, tales como títeres o imágenes que ayuden a fijar el texto. Hacer partícipes a los niños. 

Una vez estemos seguros de haber captado la atención y el interés de los alumnos, ya  podemos hacerles participar. Eso hará que sientan el relato más suyo y les facilitará la participación en la charla posterior. Yo utilicé por ejemplo el sonido de los abejorros, les invitaba a acabar la frase que describía al hombre de negocios como un “hombre serio”, pero la verdad es que no hubiera sido necesario porque el propio texto facilita la participación en la segunda mitad, resolviendo la situación planteada a base de preguntas. Si hemos conseguido “enganchar” a los alumnos en la primera mitad, seguro que no pueden evitar comentar y contestar inmediatamente las cuestiones que se plantean. Los niños son como el Principito, necesitan respuestas y “no renuncian jamás a una pregunta una vez ya la han formulado”, así que lo único que hay que conseguir es que sientan como propias las preguntas que se plantean.


Utilizar el humor. Aprovechar cualquier detalle del texto para introducir algún elemento de humor. Yo utilicé la voz del hombre de negocios, las respuestas equivocadas del Principito a su propia pregunta “¿millones de qué?”, así como la incomprensión del Principito frente a algunas explicaciones del hombre de negocios. Por “serio” que sea el relato que contemos, debemos procurar que los niños puedan reír; así conseguiremos que eliminen la tensión que les supone estar atentos durante un tiempo considerable, les haremos cómplices de la historia y en definitiva les haremos disfrutar y les pondremos en disposición para empezar el debate.




miércoles, 30 de enero de 2013

¿Para qué sirven los cuentos?



Seres super poderosos pueblan el mundo infantil y ni ellos ni sus padres cuestionan su existencia. ¿Qué verdad portan que los hacen tan atractivos e imperecederos?

Hadas, duendes, animales que hablan y seres super poderosos pueblan el mundo infantil. Ni el niño ni sus padres ponen un manto de duda a su existencia. Todo es posible y el niño así lo necesita. Cuentos clásicos como Caperucita roja, Hansel y Gretel, La Cenicienta, La Bella Durmiente, Mary Poppins, Peter Pan, etc. fueron leídos por generaciones y se transmiten de padres a hijos. ¿Qué verdad portan que los hacen tan atractivos e imperecederos?
A través de los cuentos, los niños tramitan lo pulsional que habita a todo humano y gozan con ellos “dende mentirita” -como ellos dicen- viendo cómo los malos hacen sus maldades o los monstruos “monstruosidades de monstruos”. En los cuentos, los personajes no presentan ambivalencia alguna: son muy buenos o muy malos y siempre son los buenos los que triunfan, contradiciendo lo que en la realidad podría ocurrir. ¿Es que engañamos a los niños? Entiendo que no, ya que es necesario para el pequeño poder creer que siempre el bien triunfará, como creer que sus padres pueden protegerlos de todo mal. Es necesario, aunque no sea verdad. Es una ilusión necesaria para un primer tiempo de la infancia.
¿Como podría un niño crecer pensando que los padres no pueden ayudarlo o que tal vez no puedan “salvarlo” si algo les ocurre? La angustia que les sobrevendría sería tan masiva que no les permitiría dormir o inhibiría el juego. Ellos precisan creen que hay seres que pueden protegerlos y ahí están sus padres.
Pero esto mismo tiene una contrapartida dolorosa: que el malo esté encarnado en una sola persona -y no que es una faceta de todo humano- hace vulnerables a los niños, y de esto los perversos mucho saben. Ellos aprovecharán esta inocencia y mostrarán esa faceta bondadosa que encubre el lobo que llevan dentro. El niño seguramente no lo notará y, cuando lo haga, ya será tarde y la infancia se habrá perdido antes de tiempo.
Entonces, ¿los cuentos no sirven? Si, no tiremos por la borda al niño junto con el agua de la bañera. Los cuentos son necesarios para ayudar en la estructuración subjetiva de ellos, son necesarios para poder ayudarlos a comprender el mundo -como esa maravillosa imagen de aquel abuelo en Mary Poppins que muere de risa y así sube al cielo-. Es la genialidad que tienen los autores de libros infantiles para transmitir los problemas existenciales.
Pero la realidad siempre supera a la ficción, ¿acaso no somos los adultos los primeros en sorprendernos cuando esto ocurre? Pero no adelantemos el tiempo, dejemos que los niños vivan su infancia y, para ello, es preciso que sus padres oficien de ángeles de la guarda, para que su soñar no sea perturbado.

Por la licenciada Stella Maris Gulian, psicoanalista.

viernes, 25 de enero de 2013

Reflexiones sobre los Titeres


Algunas reflexiones sobre títeres.

Las Marionetas ayudan a involucrar las emociones de un niño, por ejemplo:
La curiosidad / asombro / desconcierto / la alegría, etc

Los Titeres abren un espacio libre de presión para que la voz de un niño con problemas  hable. Se trata de que sea a  la marioneta a la que se habla o se cuestiona no  la persona.

La conversación puede convertirse en un juego no en un problema.
Los
 Títeres no requieren de una intervención hablada para ser eficaces.
Los 
Títeres fomentan el juego imaginativo a través del cual todos los niños aprenden.

Los niños pueden sentarse a ver los
 títeres y obtener placer de ser espectadores.
Los niños aprenden mas cuando hay una 
marioneta alrededor.
No deje que los niños vean como  colocas la 
marioneta en tus manos o  que la dejas en el suelo tirada.

Un 
teatro de marionetas es un lugar donde un niño puede ser un espectador o interactuar conlos títeres sin tener que hacer contacto visual con los demás.
Recuerda que los títeres son diversion!!!

FRASES DE ANIMACIÓN LECTORA


· Leer es un gran placer
· Me divierto leyendo
· Crece leyendo
· Para crecer, crecer, crecer,... muchos cuentos has de leer
· Un libro es el cola cao de la imaginación
· Un libro es un amigo, disfruta de él
· Un libro es una diversión, aprovéchala
· Lee y aprenderás
· La lectura es diversión
· Leyendo aumentarás la fantasía
· Sígueme y aprenderás a leer
· Leyendo bien te lo pasarás guay
· La lectura, un mundo de aventura
· Si quieres disfrutar, coge un libro y lee
· Si quieres aprender y reírte, acércate a los libros
· Aprende a leer y lee para aprender
· Leyendo cultivas la mente
· Apúntate a leer con nosotros
· No leas por obligación, lee por gusto
· Los libros son divertidos y animados
· Aprende a viajar en un libro y descubrirás un amigo
· Si quieres aprender, te enseño a leer
· El libro, mi amigo imaginario
· Leer también es aprender
· Disfruta leyendo
· Si quieres leer, ábreme
· Leer es como ver una película
· Si quieres aventura, lánzate a la lectura
· Cuento, cuentas, cuentan ....
· ¿Cuántos cuentos cuentas tú?
· El mejor regalo, un libro
· Con los libros harás amigos
· Con los amigos descubrirás nuevos libros
· Leyendo, somos iguales, somos diferentes
· ¿Qué libro te gusta a ti?
· Dime qué libro lees y te diré cómo eres
· Quítate tu amargura con la lectura
· Dame la mano y vamos a leer
· Con un libro y mi imaginación, la aventura está asegurada
· Si tengo un libro no estoy solo
· Leyendo descubro sentimientos y emociones nuevas

Cómo contar un cuento


Sumar recursos expresivos a la hora de compartir un libro con nuestros hijos no sólo fascina a los niños sino que genera un espacio de encuentro y comunicación que mejora la calidad del vínculo.

Tomamos un cuento. Lo abrimos. Primera página. "Había una vez...". Segunda página. Seguimos leyendo. Un poco más deprisa porque ya es tarde y queremos acabar pronto. Última página. "Colorín, colorado...". Cerramos el libro, besito y hasta mañana. Pero nuestro hijo nos mira, frustrado, y nos desaprueba: "Así no se cuenta". ¿Cómo? Y sí... Se da cuenta: percibe la prisa, las ganas de terminar, la ausencia de ganas, el puro trámite. ¿A quién no le pasó?
¿Cómo volver la narración más rica? ¿Cómo generar en el relato un espacio de encuentro, de comunicación? ¿Y si envolvemos el cuento con algunos recursos expresivos? ¿Por qué no sumergirnos en la historia y fascinar a nuestro hijo con un rato de lectura? "Contar un cuento a nuestro hijo es como poner en funcionamiento cientos de piezas de un precioso mecanismo. Somos incapaces de explicar cómo o por qué funciona pero nos maravilla su precisión y compás. Del mismo modo, la conexión que se establece entre un adulto que cuenta un cuento y un niño que lo escucha tiene algo de mágica, pero es difícil explicar cuál es el misterio de esa unión que se establece entre ambos", dice la pedagoga Elena Roger Gamir, española.

Muchos intuimos que hay algo que va más allá del relato, pero no sabemos qué es ni cómo presentárselo a un niño. Aquí, algunos recursos ofrecidos por la especialista para disfrutar de la lectura y para sumergirse juntos en un mundo de fantasía y encuentro.
Conocer o aprenderse el cuento. Antes de que nuestro hijo nos pida que le expliquemos aquel cuento de nuestra infancia que casi no recordamos, o el que le compramos hace unas semanas y que aún no hemos leído, procuremos ponernos al día y repasarlos. Es necesario transmitir un profundo conocimiento del cuento y no interrumpir la narración porque tenemos que releer el texto o detenerla porque no recordamos el final. Debemos tomarnos seriamente el cuento, por muy absurdo que parezca o por muchas repeticiones que haya y, si no nos gusta o no nos parece adecuado, intentar sustituirlo por otro. Dediquemos algunos momentos a leer alguna antología de cuentos tradicionales o leyendas (¡nunca es tarde para refrescar la memoria!) y nuestro hijo agradecerá la variedad y riqueza de cuentos que le podamos contar.
Utilizar un lenguaje adecuado. El tipo de lenguaje empleado al contar un cuento está relacionado con la edad que tiene nuestro hijo, sin embargo, en general, se recomienda que sea un lenguaje caracterizado por la simplicidad y la claridad. Eso servirá para favorecer la comprensión de la historia y evitar el cansancio o incluso el aburrimiento por parte del niño.
Las palabras. A los niños de corta edad, es preferible contarles cuentos con un lenguaje adaptado, sustituyendo las palabras que creamos oportunas por otras más sencillas o por explicaciones, siempre y cuando no se trate de las palabras clave del cuento. Por ejemplo, si en un cuento aparece "un portón" lo sustituiremos por "una puerta muy grande"; "abalanzarse sobre" por "echarse encima de"; sin embargo, "la rueca" del cuento de La Bella Durmiente debería ser "la rueca" y no "un pincho", "una máquina para el hilo" o algo por el estilo. Tampoco debemos desaprovechar la ocasión de ampliar su conocimiento del léxico y es más fácil aprender nuevas palabras que están asociadas a algo concreto y que el niño oirá en reiteradas ocasiones, que aprenderlas de forma aislada (¿cuántas palabras no hemos "aprendido" asociadas a personajes de ficción? ¿qué nos sugiere no sólo "rueca" sino "calabaza", "gnomo", "pócima" o "hermanastra"?). Esto último es válido sobre todo a medida que el niño va haciéndose mayor y debe ir ampliando su vocabulario.
La pausa y la entonación. Podemos utilizar la pausa y la entonación para mantener el interés y la atención de nuestro hijo. Cuando nos paramos al final de una frase o entre dos palabras, estamos indicando que lo que diremos a continuación tiene un valor o significado especiales. De igual modo, un cambio de entonación indica que aparece un elemento sorpresa que afectará al desarrollo de la historia. Por ejemplo: "la princesa abrió la puerta y entonces... vio a una ¡RANA! en su habitación". O que se ofrece la solución al conflicto que se le ha planteado al protagonista de la historia. Por ejemplo: "...y después de lo que le había pasado... NUNCA MÁS VOLVIÓ A PROBAR LA SOPA".
Las descripciones. Las descripciones poco detalladas permiten que el niño deje volar su imaginación. Cuando contamos un cuento, es suficiente con hacer referencia a los rasgos más destacados de los elementos significativos que intervienen en la historia. Nuestro hijo puede completar el resto con su imaginación y nuestra ayuda si es preciso. Por ejemplo es suficiente decir que la bruja es fea (y no hace falta indicar que su espalda está encorvada, que tiene una nariz aguileña, que lleva una capa negra hasta los pies, etc.), o que el castillo es muy grande (y no que tiene un torreón, un puente levadizo y trescientas ventanas). Si nuestro hijo está lo suficientemente interesado en el cuento y no se imagina aquello a lo que hacemos referencia y nos pide más información, debemos proporcionársela. Por ejemplo: - ¿Cómo era la bruja?; - Era una bruja muy vieja y muy fea, que llevaba un sombrero negro acabado en punta; vivía en el bosque en una casa de madera y tenía un gato muy malo.
No interrumpir el desarrollo de la acción. En ocasiones, cuando "eso" de contar cuentos no se nos da del todo mal y disfrutamos con la narración tanto o más que nuestros hijos, corremos el peligro de recrearnos en ella. Eso supone que en vez de presentar los acontecimientos uno detrás de otro, lo que da un ritmo ágil y rápido a la historia, podemos caer en la tentación de interrumpir la acción lineal para introducir acciones secundarias o descripciones detalladas de algún aspecto o personaje no significativo ni relevante para el desarrollo de la historia. Es preferible seguir el hilo de la narración, de esa manera evitaremos aburrir y confundir a nuestro hijo, sobre todo si aún es demasiado pequeño para ver la diferencia entre información principal y secundaria.
Transmitir entusiasmo. Como en tantas otras cosas, debemos intentar transmitir entusiasmo en lo que hacemos. Es cierto que a veces nos decimos "¿y ahora tengo que contar un cuento, que ya he repetido mil veces, después de estar todo el día trabajando y llegar a casa agotado?" Y también es cierto que nuestro hijo notará ese cansancio y ese fastidio si no intentamos superar esa situación con un poco de ánimo. Es importante recordar lo positivo que resulta contar cuentos a menudo a nuestro hijo y la enorme ilusión que eso le supone, luego ¿qué hacer entonces? Podemos empezar simulando que el cuento nos interesa. Seguramente no nos daremos cuenta, pero llegará un momento en que el interés simulado se convertirá en auténtico interés y nuestro esfuerzo inicial nos facilitará la disposición de ánimo que tanto buscábamos.
Despertar interés. Los niños, con pocas excepciones, escuchan mucho más atentamente un cuento contado que un cuento leído. Narrar un cuento permite mucha más espontaneidad que leerlo. Nuestros ojos se encuentran continuamente con los de nuestro hijo, su expresión responde a la nuestra y la relación se estrecha de manera insospechada. En ocasiones necesitamos emplear algunas estrategias para que no se rompa ese encanto o, de romperse, para restablecerlo de inmediato. La mayoría son recursos expresivos, como el uso de pausas y de la entonación, ya comentados. Sin embargo, una forma de despertar el interés de nuestro hijo es incluir su nombre en el relato y darle un papel especial e inesperado en la historia. Por ejemplo: "el lobo dejó a Caperucita en el bosque y se fue corriendo a casa de la abuela, pero por el camino se encontró con Guillermo y se dio un susto tremendo, porque Guillermo era un niño que...".
Repetir el mismo cuento. Si tu hijo quiere que le repitas una y otra vez el mismo cuento, hazlo. A veces los niños piden que se les cuente un cuento concreto porque presenta un conflicto, un protagonista, una situación ideal, etc. que el niño tiene muy presente en ese momento, por eso aconsejamos respetar la elección que haga del cuento que quiere escuchar.

http://www.entremujeres.com

El eterno placer de los cuentos de hadas


Series de televisión, como “Once a time” y “Grimm”, películas como “Espejito- espejito” o “La chica de la capa roja”, no hacen más que traer a los tiempos que corren historias ancestrales que nos fascinaban y asustaban en la infancia. Están basadas en los cuentos de hadas más tradicionales que, muchas veces, no tienen nada de infantiles. ¿Qué impacto tienen en grandes y chicos estos relatos?

Las pantallas se llenaron de historias basadas en los cuentos de hadas más tradicionales, solo que aggiornados por los guionistas al siglo XXI, y adaptadas a relatos que muchas veces no tienen nada de infantiles. Series de televisión como “Once a time” y “Grimm”, películas como “Espejito- espejito” o “La chica de la capa roja”, no hacen más que traer a los tiempos que corren esas historias ancestrales, que nos fascinaban y asustaban en la infancia.
¿Qué extraño impacto tienen en grandes y chicos estos relatos, que vuelven una y otra vez? ¿Por qué razón se recuperan incansablemente en diferentes versiones, serias o paródicas, tanto en la literatura como en la TV o el cine? Según Rocío Bressia, Responsable de Contenidos en Fundación Leer, “la primera razón está a la vista: se han convertido en pilares de nuestra cultura. Conocidos por todos, parte integrante del patrimonio literario universal, la incorporación de estos textos en los niños es central para la literatura posterior”.
La psicóloga especialista en maternidad y crianza Marisa Russomando coincide: “No se trata sólo de un aliado a la hora de dormir. Detrás de la envoltura infantil y mágica del cuento de hadas se encuentran elementos que acompañan al desarrollo de cada lector o espectador. A partir de este primer peldaño, los niños pueden disfrutar de toda una cultura que retoma estos cuentos a partir de versiones modernas, satíricas, graciosas, reinterpretaciones actuales de historias clásicas”, señala.
Además, en los cuentos tradicionales aparecen elementos fantásticos, sobrenaturales, como hadas, brujas, pociones mágicas y dragones, que potencian la imaginación y la creatividad, invitando a un mundo de sueños donde todo puede suceder. “Incluso para los niños más pequeños, los cuentos tradicionales ofrecen historias simples e interesantes que ayudan a internalizar la estructura narrativa. Es decir, cuando se lee a los niños más pequeños cuentos de hadas, ellos aprenden a contar sus propios cuentos, sus propias historias, su propia experiencia”, opina Bressia.

Pero hay más. Lo que llamamos “cuentos de hadas” son un conjunto de textos narrativos nacidos de la tradición oral en las regiones de Europa. “La caperucita roja”, “La bella durmiente”, “El gato con botas”, entre otros, llegaron a una versión escrita de la mano del francés Charles Perrault en el siglo XVII, y luego a través de los hermanos Grimm, en la Alemania del siglo XIX. Pero, al comienzo, no estaban destinados a los niños. Por ejemplo, Perrault estaba más interesado en la creación de relatos populares que pudieran dar cuenta de las enseñanzas morales de una época. Las historias, lejos de todo propósito estético o literario, constituían canales para vehiculizar el folclore y la ideología imperante.
En la versión original, para poder volver al mar, la sirenita debía matar al príncipe -que se había casado con otra- pero decidía suicidarse. Hansel y Gretel eran literalmente abandonados en el bosque a merced de las fieras, porque sus padres no tenían cómo darles de comer. Y las hermanastras de Cenicienta, por su parte, se amputaban los dedos de los pies o el talón, para poder calzar el zapatito de cristal… Poco que ver con las versiones edulcoradas de Walt Disney, y los relatos infantiles de la actualidad.
Pero para aquellos padres que prefieren suavizar la crueldad de estas historias, Russomando señala algo importante: “Los cuentos permiten soportar algunas frustraciones y elaborar situaciones mediante el uso del lenguaje simbólico, el mismo que el de los sueños. Este lenguaje disfraza contenidos que podrían ser traumáticos mediante figuras sencillas, y se utiliza para explicar problemas, etapas o hechos mediante símbolos”.
En estas historias ancestrales encontramos al héroe y al villano; a las fuerzas del bien y a las del mal; a los príncipes, el peligroso y la inteligencia, el orden y la autoridad, al cazador (padre sustituto, protector, fuerte e idealizado), la ausencia de los padres (impotencia paterna), los hermanos y sus conflictos, el hada madrina, la bruja, animales salvajes (conflictos no resueltos e instintos de agresión), etc.
“Se suele decir que los cuentos de hadas expresan distintos aspectos arquetipos y aspectos humanos de los que no solemos tener conciencia. Y posiblemente sea así…”, señala la escritora infantil Adela Basch, Directora de la editorial Abran Cancha (www.abrancancha.com.ar). Pero además, en el relato se sugieren posibilidades y alternativas. De esta manera y gracias al lenguaje incluido en los cuentos de hadas, los niños ven expresadas sus inquietudes y anhelos, sus dificultades y sus sentimientos poco aceptables para el mundo social, favoreciendo su convivencia saludable y enseñando diferentes caminos para su resolución.
Según los especialistas, el niño necesita comprenderse a sí mismo y comprender el mundo que lo rodea, y los cuentos ayudan en este proceso: vencer los temores más profundos y las angustias existenciales, ubicarse en el mundo y enfrentarse a sus problemas. De allí la eficacia de los cuentos de hadas, que se convierten en un elemento fundamental en el desarrollo desde la infancia.
Pero Basch sostiene un punto de vista diferente: “Yo creo que se siguen manteniendo vigentes porque -de manera disfrazada- muestran expresiones de una sabiduría ancestral, que en el mundo de hoy está por lo general olvidada”. La autora se refiere a los cuentos de hadas se llama comúnmente “magia”. Por ejemplo, la capacidad de transformar una calabaza en carroza, o de dar un beso que despierta a alguien del sueño eterno. “Esa presencia de lo mágico como algo natural, algo que está al alcance de la mano pero que no vemos y no sabemos cómo funciona, es a mi criterio uno de los principales atractivos de los cuentos de hadas”, concluye.
En cualquier caso, ya sea para llevarnos a un mundo donde todo es posible o para ayudarnos a lidiar con nuestros propios dragones, pasan las generaciones y los cuentos de hadas siguen aquí, en el cine, en la TV o en el libro que todas las noches les leemos a nuestros hijos. Eternos como las fantasías o los temores mas profundos del hombre.

http://www.entremujeres.com

miércoles, 23 de enero de 2013

LEER ANTES DE LEER


La ciencia demuestra que: antes de nacer, el niño recibe estímulos del exterior positivos o negativos que influirán en su desarrollo posterior.

De la misma manera, el niño antes de saber leer ha  tenido una serie de experiencias que determinarán en gran medida su actitud hacia los libros y hacia el mundo en general.  El afecto que le transmite la madre con las caricias, atenciones, cuidados, juegos y canciones es percibido por el niño a través de los cinco sentidos.  Por medio del oído capta el ritmo del corazón y de las canciones con que es adormecido, recibe el ritmo de la vida y de la poesía que es una metáfora de ella.

A medida que va creciendo, el niño va alejándose e independizándose de su madre pero es necesario que siga recibiendo cariño y sea capaz de comunicar lo que siente por los demás.  La palabra va a ser un medio de conocimiento, de comunicación, de transmisión de afectos y de desarrollo de su imaginación y fantasía.  Por este motivo, los niños y mayores de todas las épocas han tenido la necesidad de oír narrar historias, leyendas y mitos.

En un momento en el que la imagen invade la intimidad familiar y sustituye a la palabra, la actitud que adopten los adultos, padres, profesores y demás personas que se relacionan con el niño determinará en gran medida que éste sea en el futuro un buen lector, o que por el contrario sea incapaz de disfrutar con un buen libro.

El proceso de aprendizaje de la lectura es complejo y en muchos casos hay una presión social
para acelerarlo, en otros casos los propios padres lo viven con ansiedad.  Estas actitudes no facilitan en absoluto el desarrollo normal de dicho proceso, por el contrario, lo entorpecen.  Es preferible centrarnos en los aspectos afectivos y gratificantes.  Muchas actividades que favorecen el aprendizaje de la lectura y posteriormente afianzan el disfrute de la misma pueden ser llevadas a cabo indistintamente en el aula y en la casa, siendo recomendable que las experiencias positivas del colegio se retuercen en el ámbito familiar.

La imagen puede ser empleada para conseguir nuestros fines.  Ver álbumes de fotos de los niños o imágenes de revistas comentándolas y hablando de ellas es una forma de enseñarles a leer imágenes.  También pueden ordenar viñetas para conseguir una secuencia lógica de acontecimientos y captar la orientación espacial de izquierda a derecha que utiliza nuestra cultura en la escritura.

Esta linealidad también es utilizada en la expresión ¡cónica y suele ser asimilada fácilmente a
través de las historietas que el niño hojea espontáneamente.

En época reciente, los tebeos eran considerados dañinos para los menores y se les prohibía en muchos casos su lectura.  En cambio, el interés del niño por este medio puede ayudar al aprendizaje de la lectura, y su comprensión supone una cierta complejidad para el mismo, ya que tiene que interpretar las imágenes, relacionar unas con otras e imaginar lo ocurrido en las continuas elipsis.  El tebeo tiene su propio código, que es aprendido por el niño de forma intuitiva.

Casi todos nuestros novelistas actuales recuerdan la agradable experiencia de oír a sus abuelas, padres o vecinos narrar cuentos y consideran que su afición a la literatura v su vocación de escritores comenzó al. escuchar las palabras de estas personas, que en muchos casos eran, analfabetas.

La tradición oral ha desaparecido prácticamente en nuestra cultura.  No sabemos romances o
leyendas pero su función será realizada por nosotros, que debemos volver a aprender a contar
cuentos.  Tenemos que ser conscientes de la trascendencia que tiene el contar al niño historias.  

Pueden ser inventadas por nosotros o bien extraídas de nuestro bagaje cultural, de la Biblia, de  la Historia, o de nuestra experiencia personal, recuerdos de infancia y anécdotas del propio niño cuando era más pequeño.  Más importante que lo que se cuenta es la manera cómo se dice y el hecho mismo de hacerlo.

Otra manera de utilizar la imagen es leer cuentos enseñando a los alumnos las ilustraciones, que, en algunas ocasiones, sustituyen totalmente al texto.  Más adelante hablaremos de los diferentes tipos de libros existentes para los más pequeños y de su utilidad.

Utilizar diapositivas de las ilustraciones de un libro puede servir para contarlo de manera diferente y para hacer una serie de juegos que afiancen el contenido o nos ayuden a conocer si han comprendido la historia.

La lectura de un cuento puede ser completada por los propios alumnos o manipulada con cualquier otra sugerencia de las experimentadas por Gianni Rodari.

Otros autores también ofrecen ideas interesantes y de indudable utilidad práctica en el aula como la "lectura equivocada", en la que el profesor va cambiando elementos de un cuento conocido por los niños para que éstos los identifiquen.  En estas actividades no solamente se pretende despertar el interés por la lectura sino conseguir otra serie de objetivos, como el desarrollo de la atención, la imaginación...

La narración del cuento debe hacerse en un momento determinado en el que se pueda crear un clima especial entre narrador y oyentes v se debe buscar el disfrute estético de los niños.  

Es fundamental recordar que la narración oral, tanto la llevada a cabo por el profesor como la que deben realizar los padres en casa, tiene que evitar la utilización de ilustraciones para que el niño oyente construya sus propias imágenes interiores asociadas a las palabras.

Los adultos que quieran acercarse a la tradición oral para aprender a contar cuentos o para conocer qué material es el más adecuado, disponen de una serie de autores que se han preocupado de este tema y les pueden, facilitar la labor: Carmen Bravo Villasante,  Antonio Rodríguez Almodóvar,  Ana Pelegrín, Nuria Ventura, entre otros muchos autores.

Los libros que utilizan los niños de esta edad deben tener un formato resistente a la manipulación inexperta, pueden ser de cartón plastificado o de gran tamaño para los más pequeños.  Las imágenes han de ser bien visibles, claras, con pocos elementos, colores cálidos y contrastes. 

Deberán predominar las formas redondeadas, evitando las angulosas.  Las historias se referirán a la familia, a niños o a animales y no deberán ser muy extensas.

Es muy conveniente que en el aula se pueda disponer de una variedad de libros similar a la
diversidad de alumnos existentes.

Los contenidos serán sencillos, pero no simples, y emplearán un vocabulario que les sea familiar.  Se puede buscar una graduación, comenzando con aquellos que incluyen bocadillos en los que aparecen simplemente letras, después se pasará a los que tienen una frase y el resto de la página estará ocupada por la ilustración.

La descripción del proceso lector del niño en sucesivas etapas se basa en las teorías psicológicas más aceptadas y en nuestra propia experiencia, pero se refiere a un alumno medio.  En la realidad encontramos niños que se aficionan pronto a leer, superan estas etapas rápidamente y siguen su personal camino lector.  Otros, por el contrario, tienen una mayor dificultad en la técnica lectora y se ven obligados a leer libros más sencillos que los correspondientes a su edad, por lo que no despiertan su interés al no adaptarse a sus gustos y necesidades.

El niño de este ciclo tiene un pensamiento intuitivo, prelógico y comienza a dominar la lectura. 
Este hecho es de suma importancia para su desarrollo intelectual.  En su relación con el libro predomina el animismo, lo leído cobra vida y es asimilado como una experiencia más de la vida.  Se debe buscar la adecuación de la imagen al texto y el progresivo desarrollo de éste.
Algunos autores se han convertido en clásicos de este período y es difícil encontrar a un niño
que no se sienta atrapado por historias como las de  Los tres bandidos,  de Tomi Ungerer, o Sapo y Sepo, de Amold Lobel.

Posteriormente, la respuesta animista que caracteriza su acercamiento a la lectura es sustituida por la fantasía, que se convierte en la característica fundamental del lector de estos años, debido al desarrollo de su imaginación.

Durante este ciclo se produce un gran desarrollo psicológico y se consiguen grandes avances en el  proceso lector.  El ritmo de aprendizaje varía considerablemente de un niño a otro y los adultos debemos estar muy atentos a cada caso particular para facilitarle la lectura más adecuada.

Los libros tratarán temas conocidos por el niño, pues no se debe aumentar el esfuerzo que le
supone la lectura en estos primeros momentos.  Los temas que le interesan son similares a los de la etapa anterior, a los que hay que añadir nuevos elementos como el humor.

El niño a medida que crece se va alejando de la madre y de la familia para integrarse en otros
grupos humanos, la clase y los amigos.  Sus intereses individuales, egocéntricos, van siendo sustituidos por una mayor preocupación por el mundo externo.  Se acentúa el deseo de saber, que debe ser fomentado en la escuela y en su casa, y toman gran importancia los juegos.  Gracias a ellos empieza a comprender la necesidad de las normas y de los demás compañeros para poder disfrutar.  A través del juego afirma su personalidad y se siente aceptado o rechazado.

Los libros adecuados a esta edad suelen referirse a los aspectos relacionados con su experiencia vital: amigos, juegos, aspectos novedosos del mundo externo.  La extensión de los mismos se amplía pero hay que seguir cuidando el lenguaje, evitando falsas retóricas y esteticismos huecos.  El niño busca la acción y quiere que se la presenten de manera sencilla y directa.

Las ilustraciones todavía son un soporte importante para la comprensión del texto y tienen que
motivar la lectura animando al niño a seguir adelante.

Los padres que contaban cuentos a sus hijos cuando eran más pequeños deben seguir haciéndolo.  También pueden proponer juegos que favorezcan su atención, aspecto fundamental para facilitar la lectura.  Por otra parte, han de procurar que los niños tengan tiempo para leer, no es bueno que estén tan ocupados que el juego y la lectura desaparezcan de la vida cotidiana, como ocurre frecuentemente.  También pueden acompañar al niño a bibliotecas públicas. y a librerías.

Hasta ahora nos hemos referido a libros de narración, pero en estas edades los libros de consulta, de temas relacionados con la naturaleza principalmente, tienen un gran interés para los niños.También otros géneros como el teatro deben ser fomentados.  Las representaciones teatrales, protagonizadas por ellos mismos, constituyen la mejor manera de que descubran esta forma expresiva. 

En estos años se empiezan a producir cambios fisiológicos en si¡ cuerpo al tiempo que se van creando las condiciones para el pensamiento hipotético deductivo; comienza a criticar a las personas, instituciones y creencias que le rodean, sin olvidarse de sí mismo. 

Aumentan los temas que le interesan predominando la aventura, el humor, los animales v el
misterio.  Suelen leer varios libros de un autor que les guste, sobre todo si tiene interés, amenidad y es tan original como Roald Dahl.  Lo mismo ocurre con algunos personajes como El pequeño Nicolás, de Goscinny, o El pequeño vampiro, de A. Sommer-Bodenburg.

El proceso de crecimiento que experimenta el niño a partir de estos años y la preocupación que despiertan en él los cambios que va sufriendo, transforman su comportamiento v empieza a sentir una mayor necesidad de soledad.  En esos momentos se entrega a la lectura con gran intensidad y vive una serie de sentimientos y emociones que le hacen identificarse con los protagonistas de las historias.

Mercedes Gómez del Manzano considera que las técnicas y métodos de animación a la lectura cumplen en estos años su máxima función: "El niño debe exteriorizar las emociones y sentimientos que le ha motivado la lectura y los procesos de identificación que le han provocado los personajes".

Esta misma autora estudia un tema que consideramos de gran interés.  A partir de los años cincuenta en Europa y de los sesenta en España, el niño se convierte en protagonista de los libros infantiles.  No se trata de un estereotipo como en épocas anteriores, sino que es un niño perfectamente caracterizado psicológicamente y adaptado al lector de las distintas edades.  

El hecho de que el niño cuando se pone a leer encuentre en la ficción a otro -niño de su misma edad y características, facilita la identificación con él. Otro tema que tiene un gran interés para los lectores  de estos años es el de la aventura protagonizada por una pandilla.  El éxito de estos libros se basa en las necesidades psicológicas y efectivas ya comentadas y en la cada vez mayor dificultad para integrarse en un grupo en el mundo urbano actual.

También tiene una mayor importancia en este ciclo y en el primero de la Educación Secundaria la orientación de los jóvenes, ya que su capacidad lectora abarca un gran abanico de lecturas y se le ofrece una cantidad ingente de títulos.

Es fundamental que el profesor lea los libros orientados a estas edades, en muchas ocasiones más atractivos que los dedicados. al lector adulto, ya que por encima del tema o las características externas del libro y las ilustraciones, nos interesan los valores estéticos morales y de las narraciones.


Es conveniente que los padres comenten con sus hijos los libros que éstos leen, ya que en el colegio esto no es siempre posible.