Para realizar cualquier actividad que salga de la rutina habitual es importante explicarla muy bien previamente y generar cierta expectación y sorpresa, para evitar que se convierta para los alumnos en un simple “hoy no hacemos clase normal”.
¿Cómo generar expectación?
Introduciendo algunos elementos que escapen de la rutina, por ejemplo, cambiar la disposición habitual del espacio, utilizar vestuario que os convierta en un personaje diferente... (con un simple sombrero o una peluca puede bastar).
En cuanto a la disposición espacial (en el vídeo, por necesidades de grabación estoy situada demasiado cerca de los alumnos y a demasiada altura) les recomiendo aumentar la distancia para que sea más fácil captar la atención de todo el grupo. Si el grupo es muy tranquilo y tiene capacidad de concentración lo ideal es eliminar la distancia, pero en ese caso olvidad la silla; es mejor que os integréis en el grupo.
¿Qué preparación previa necesita esta actividad?
En primer lugar, es necesario hacer un análisis del texto. Tesis del relato y contenidos: en el acto de explicar una historia nos estamos convirtiendo en intérpretes de la misma. Consciente o inconscientemente, al transmitir la historia estamos dando nuestra visión.
Es importante, pues, que trabajemos previamente el texto para intentar ser lo más fiel posible al autor, para que nuestra interpretación no traicione la intención del texto. Esto nos ayudará mucho en la reflexión posterior con los alumnos. Debemos asegurarnos que la historia que han escuchado es la que está escrita.
¿Qué hacer entonces?
Debemos procurar que el grupo capte de forma clara, a partir del ritmo de nuestro relato, cuándo puede participar, cuándo puede interrumpir y cuándo no. Para ello, debemos narrar con seguridad y ritmo vivo las partes del texto que incluyen los contenidos principales, dejar pausas entre estos “bloques” para facilitar la comprensión y la reflexión y utilizar los elementos de enlace del texto (la introducción a los diálogos, por ejemplo) para dejar que el grupo pueda participar, relajarse, prepararse, en definitiva, para el siguiente contenido.
Consejos prácticos para preparar la sesión de Cuentacuentos
Yo no soy cuentacuentos. ¿Qué debo hacer?
¿Cuántas veces nos hemos encontrado con un material valiosísimo que finalmente hemos descartado por ser demasiado largo o demasiado “denso” para alumnos de primaria?
Incluso cuando preparamos este trabajo, nos planteamos la necesidad de acortar el relato para hacerlo más digerible.
Finalmente decidimos respetar el texto por su riqueza de contenido y de estilo, pero... es muy largo. ¿Qué hacer para que los niños no acaben bostezando o hablando entre ellos?
Ayudarnos de la estructura del texto nos va a ser muy útil aunque... no suficiente. Aquí van algunos trucos de cuentacuentos que os pueden ayudar:
El primer truco, el más importante y que no falla nunca es la pasión. Si nosotros no nos emocionamos, no “entramos” de lleno en la historia, no podemos pretender que nuestros alumnos lo hagan.
Explicar una historia es como hacer un regalo. Primero, hemos de querer hacerlo, después prepararemos bien nuestro regalo para que agrade lo más posible, lo envolveremos bien bonito e incluso prepararemos un pequeño ritual para entregarlo...
Lo que haga falta para convertir nuestro regalo en un acontecimiento. ¿Cómo envolvemos nuestra historia, cómo hacemos que sea para nuestros alumnos tan especial como para nosotros? Aquí van los siguientes trucos, no más importantes que el primero pero un poco más concretos.
Utilizaremos el tono más agudo de nuestra voz que sea natural. Si se fijan en las películas infantiles de animación, los personajes “positivos”, tanto masculinos como femeninos, utilizan tonos más agudos que los “negativos”. No es casualidad.
Los tonos agudos se identifican con valores como la honestidad, la bondad y la protección y generan una mayor receptividad, siempre y cuando se utilicen con dulzura y no sea un agudo extremo.
Cambiaremos el volumen de nuestra voz para evitar la monotonía. Los cambios de voz pueden acompañar los cambios de personaje o los bloques de contenido, aunque también podemos jugar con el volumen de la voz de manera más aleatoria, dependiendo de nuestra experiencia. Les aconsejo que utilicen el susurro porque ayuda a captar la atención y crea complicidad; a todos nos gusta que nos confíen “secretos”...
Utilizaremos acciones rutinarias que acompañen al texto. Las acciones nos permiten “anclar” el texto. Los niños captan en seguida el ritmo de estas acciones y están pendientes de que se sucedan correctamente.
Consejos prácticos para preparar la sesión de cuentacuentos exigentes y eso es algo que podemos aprovechar. En nuestra sesión yo me “olvidaba” de ponerme el lápiz entre los labios a partir de la mitad del relato y algunos niños rápidamente me lo recordaban. Así aseguraba su atención y de paso me servía para comprobar que realmente seguían el relato. Nos ayudaremos también de la gesticulación e incluso podemos utilizar elementos externos, tales como títeres o imágenes que ayuden a fijar el texto. Hacer partícipes a los niños.
Una vez estemos seguros de haber captado la atención y el interés de los alumnos, ya podemos hacerles participar. Eso hará que sientan el relato más suyo y les facilitará la participación en la charla posterior. Yo utilicé por ejemplo el sonido de los abejorros, les invitaba a acabar la frase que describía al hombre de negocios como un “hombre serio”, pero la verdad es que no hubiera sido necesario porque el propio texto facilita la participación en la segunda mitad, resolviendo la situación planteada a base de preguntas. Si hemos conseguido “enganchar” a los alumnos en la primera mitad, seguro que no pueden evitar comentar y contestar inmediatamente las cuestiones que se plantean. Los niños son como el Principito, necesitan respuestas y “no renuncian jamás a una pregunta una vez ya la han formulado”, así que lo único que hay que conseguir es que sientan como propias las preguntas que se plantean.
Utilizar el humor. Aprovechar cualquier detalle del texto para introducir algún elemento de humor. Yo utilicé la voz del hombre de negocios, las respuestas equivocadas del Principito a su propia pregunta “¿millones de qué?”, así como la incomprensión del Principito frente a algunas explicaciones del hombre de negocios. Por “serio” que sea el relato que contemos, debemos procurar que los niños puedan reír; así conseguiremos que eliminen la tensión que les supone estar atentos durante un tiempo considerable, les haremos cómplices de la historia y en definitiva les haremos disfrutar y les pondremos en disposición para empezar el debate.
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