La
ciencia demuestra que: antes de nacer, el niño recibe estímulos del exterior positivos o negativos que influirán
en su desarrollo posterior.
De la misma manera, el niño antes de saber leer ha tenido una serie de experiencias que determinarán en gran medida su actitud hacia los libros y
hacia el mundo en general. El afecto que
le transmite la madre con las caricias, atenciones, cuidados,
juegos y canciones es percibido por el niño a través de los cinco sentidos. Por medio del oído capta el ritmo del corazón
y de las canciones con que es adormecido, recibe el ritmo de la vida y de la poesía que
es una metáfora de ella.
A medida que va creciendo, el niño va alejándose e
independizándose de su madre pero es necesario que siga recibiendo cariño y sea capaz de
comunicar lo que siente por los demás.
La palabra va a ser un medio de conocimiento, de comunicación, de
transmisión de afectos y de desarrollo de su imaginación y fantasía.
Por este motivo, los niños y mayores de todas las épocas han tenido la necesidad de oír narrar historias, leyendas y mitos.
En un momento en el que la imagen invade la intimidad
familiar y sustituye a la palabra, la actitud que adopten los adultos, padres, profesores y demás
personas que se relacionan con el niño determinará en gran medida que éste sea en el futuro un buen
lector, o que por el contrario sea incapaz de disfrutar con un buen libro.
El proceso de aprendizaje de la lectura es complejo y en
muchos casos hay una presión social
para acelerarlo, en otros casos los propios padres lo viven
con ansiedad. Estas actitudes no
facilitan en absoluto el desarrollo normal de dicho proceso, por el
contrario, lo entorpecen. Es preferible
centrarnos en los aspectos afectivos y gratificantes. Muchas actividades que favorecen el
aprendizaje de la lectura y posteriormente afianzan el disfrute de la misma pueden ser
llevadas a cabo indistintamente en el aula y en la casa, siendo recomendable que las experiencias
positivas del colegio se retuercen en el ámbito familiar.
La imagen puede ser empleada para conseguir nuestros
fines. Ver álbumes de fotos de los niños o imágenes de revistas comentándolas y hablando de
ellas es una forma de enseñarles a leer imágenes. También
pueden ordenar viñetas para conseguir una secuencia lógica de acontecimientos y captar la orientación espacial de izquierda a derecha que
utiliza nuestra cultura en la escritura.
Esta linealidad también es utilizada en la expresión ¡cónica
y suele ser asimilada fácilmente a
través de las historietas que el niño hojea espontáneamente.
En época reciente, los tebeos eran considerados dañinos para
los menores y se les prohibía en muchos casos su lectura.
En cambio, el interés del niño por este medio puede ayudar al
aprendizaje de la lectura, y su comprensión supone una cierta
complejidad para el mismo, ya que tiene que interpretar las imágenes, relacionar unas con otras e
imaginar lo ocurrido en las continuas elipsis.
El tebeo tiene su propio código, que es aprendido por el niño
de forma intuitiva.
Casi todos nuestros novelistas actuales recuerdan la
agradable experiencia de oír a sus abuelas, padres o vecinos narrar cuentos y consideran que su afición
a la literatura v su vocación de escritores comenzó al. escuchar las palabras de estas personas, que en
muchos casos eran, analfabetas.
La tradición oral ha desaparecido prácticamente en nuestra
cultura. No sabemos romances o
leyendas pero su función será realizada por nosotros, que
debemos volver a aprender a contar
cuentos. Tenemos que
ser conscientes de la trascendencia que tiene el contar al niño historias.
Pueden ser inventadas por nosotros o bien extraídas de
nuestro bagaje cultural, de la Biblia, de
la Historia, o de nuestra experiencia personal, recuerdos de
infancia y anécdotas del propio niño cuando era más pequeño. Más
importante que lo que se cuenta es la manera cómo se dice y el hecho mismo de hacerlo.
Otra manera de utilizar la imagen es leer cuentos enseñando
a los alumnos las ilustraciones, que, en algunas ocasiones, sustituyen totalmente al
texto. Más adelante hablaremos de los
diferentes tipos de libros existentes para los más pequeños y de su
utilidad.
Utilizar diapositivas de las ilustraciones de un libro puede
servir para contarlo de manera diferente y para hacer una serie de juegos que afiancen el
contenido o nos ayuden a conocer si han comprendido la historia.
La lectura de un cuento puede ser completada por los propios
alumnos o manipulada con cualquier otra sugerencia de las experimentadas por Gianni
Rodari.
Otros autores también ofrecen ideas interesantes y de
indudable utilidad práctica en el aula como la "lectura equivocada", en la que el
profesor va cambiando elementos de un cuento conocido por los niños para que éstos los identifiquen. En estas actividades no solamente se pretende
despertar el interés por la lectura sino conseguir otra serie de
objetivos, como el desarrollo de la atención, la imaginación...
La narración del cuento debe hacerse en un momento
determinado en el que se pueda crear un clima especial entre narrador y oyentes v se debe buscar el
disfrute estético de los niños.
Es fundamental recordar que la narración oral, tanto la llevada
a cabo por el profesor como la que deben realizar los padres en casa, tiene que evitar la utilización
de ilustraciones para que el niño oyente construya sus propias imágenes interiores asociadas a las
palabras.
Los adultos que quieran acercarse a la tradición oral para
aprender a contar cuentos o para conocer qué material es el más adecuado, disponen de una
serie de autores que se han preocupado de este tema y les pueden, facilitar la labor: Carmen Bravo
Villasante, Antonio Rodríguez
Almodóvar, Ana Pelegrín, Nuria Ventura, entre otros muchos autores.
Los libros que utilizan los niños de esta edad deben tener
un formato resistente a la manipulación inexperta, pueden ser de cartón plastificado o
de gran tamaño para los más pequeños. Las imágenes han de ser bien visibles, claras, con pocos
elementos, colores cálidos y contrastes.
Deberán predominar las formas redondeadas, evitando las
angulosas. Las historias se referirán a
la familia, a niños o a animales y no deberán ser muy extensas.
Es muy conveniente que en el aula se pueda disponer de una
variedad de libros similar a la
diversidad de alumnos existentes.
Los contenidos serán sencillos, pero no simples, y emplearán
un vocabulario que les sea familiar. Se puede
buscar una graduación, comenzando con aquellos que incluyen bocadillos en los
que aparecen simplemente letras, después se pasará a los que
tienen una frase y el resto de la página estará ocupada por la ilustración.
La descripción del proceso lector del niño en sucesivas
etapas se basa en las teorías psicológicas más aceptadas y en nuestra propia experiencia, pero se
refiere a un alumno medio. En la
realidad encontramos niños que se aficionan pronto a leer, superan
estas etapas rápidamente y siguen su personal camino lector.
Otros, por el contrario, tienen una mayor dificultad en la técnica
lectora y se ven obligados a leer libros más sencillos que los
correspondientes a su edad, por lo que no despiertan su interés al no adaptarse a sus gustos y necesidades.
El niño de este ciclo tiene un pensamiento intuitivo,
prelógico y comienza a dominar la lectura.
Este hecho es de suma importancia para su desarrollo
intelectual. En su relación con el libro
predomina el animismo, lo leído cobra vida y es asimilado como una
experiencia más de la vida. Se debe
buscar la adecuación de la imagen al texto y el progresivo desarrollo
de éste.
Algunos autores se han convertido en clásicos de este
período y es difícil encontrar a un niño
que no se sienta atrapado por historias como las de Los tres bandidos, de Tomi Ungerer, o Sapo y Sepo, de Amold Lobel.
Posteriormente, la respuesta animista que caracteriza su
acercamiento a la lectura es sustituida por la fantasía, que se convierte en la característica
fundamental del lector de estos años, debido al desarrollo de su imaginación.
Durante este ciclo se produce un gran desarrollo psicológico
y se consiguen grandes avances en el proceso
lector. El ritmo de aprendizaje varía
considerablemente de un niño a otro y los adultos debemos estar muy atentos a cada caso particular para
facilitarle la lectura más adecuada.
Los libros tratarán temas conocidos por el niño, pues no se
debe aumentar el esfuerzo que le
supone la lectura en estos primeros momentos. Los temas que le interesan son similares a
los de la etapa anterior, a los que hay que añadir nuevos elementos
como el humor.
El niño a medida que crece se va alejando de la madre y de
la familia para integrarse en otros
grupos humanos, la clase y los amigos. Sus intereses individuales, egocéntricos, van
siendo sustituidos por una mayor preocupación por el mundo externo. Se acentúa el deseo de saber, que debe ser fomentado en la escuela y en su casa, y toman gran
importancia los juegos. Gracias a ellos
empieza a comprender la necesidad de las normas y de los demás
compañeros para poder disfrutar. A
través del juego afirma su personalidad y se siente aceptado o
rechazado.
Los libros adecuados a esta edad suelen referirse a los
aspectos relacionados con su experiencia vital: amigos, juegos, aspectos novedosos del
mundo externo. La extensión de los
mismos se amplía pero hay que seguir cuidando el lenguaje, evitando
falsas retóricas y esteticismos huecos.
El niño busca la acción y quiere que se la presenten de manera
sencilla y directa.
Las ilustraciones todavía son un soporte importante para la
comprensión del texto y tienen que
motivar la lectura animando al niño a seguir adelante.
Los padres que contaban cuentos a sus hijos cuando eran más
pequeños deben seguir haciéndolo. También
pueden proponer juegos que favorezcan su atención, aspecto fundamental para facilitar la lectura.
Por otra parte, han de procurar que los niños tengan tiempo para leer,
no es bueno que estén tan ocupados que el juego y la lectura
desaparezcan de la vida cotidiana, como ocurre frecuentemente.
También pueden acompañar al niño a bibliotecas públicas. y a librerías.
Hasta ahora nos hemos referido a libros de narración, pero
en estas edades los libros de consulta, de temas relacionados con la naturaleza
principalmente, tienen un gran interés para los niños.También otros
géneros como el teatro deben ser fomentados.
Las representaciones teatrales, protagonizadas por ellos mismos, constituyen la mejor manera
de que descubran esta forma expresiva.
En estos años se empiezan a producir cambios fisiológicos en
si¡ cuerpo al tiempo que se van creando las condiciones para el pensamiento hipotético deductivo;
comienza a criticar a las personas, instituciones y creencias que le rodean, sin olvidarse de sí
mismo.
Aumentan los temas que le interesan predominando la
aventura, el humor, los animales v el
misterio. Suelen leer
varios libros de un autor que les guste, sobre todo si tiene interés, amenidad
y es tan original como Roald Dahl. Lo mismo ocurre con algunos personajes como
El pequeño Nicolás, de Goscinny, o El pequeño vampiro, de A. Sommer-Bodenburg.
El proceso de crecimiento que experimenta el niño a partir
de estos años y la preocupación que despiertan en él los cambios que va sufriendo, transforman
su comportamiento v empieza a sentir una mayor necesidad de soledad.
En esos momentos se entrega a la lectura con gran intensidad y vive una serie de sentimientos y emociones que le hacen identificarse
con los protagonistas de las historias.
Mercedes Gómez del Manzano considera que las técnicas y
métodos de animación a la lectura cumplen en estos años su máxima función: "El niño debe
exteriorizar las emociones y sentimientos que le ha motivado la lectura y los procesos de
identificación que le han provocado los personajes".
Esta misma autora estudia un tema que consideramos de gran
interés. A partir de los años cincuenta en Europa y de los sesenta en España, el niño se
convierte en protagonista de los libros infantiles. No se
trata de un estereotipo como en épocas anteriores, sino que es un niño
perfectamente caracterizado psicológicamente y adaptado al lector de las
distintas edades.
El hecho de que el
niño cuando se pone a leer encuentre en la ficción a otro -niño
de su misma edad y características, facilita la identificación con él. Otro tema que tiene un gran interés para los lectores de estos años es el de la aventura protagonizada por una pandilla. El éxito de estos libros se basa en las
necesidades psicológicas y efectivas ya comentadas y en la cada vez mayor dificultad
para integrarse en un grupo en el mundo urbano actual.
También tiene una mayor importancia en este ciclo y en el primero
de la Educación Secundaria la orientación de los jóvenes, ya que su capacidad lectora
abarca un gran abanico de lecturas y se le ofrece una cantidad ingente de títulos.
Es fundamental que el profesor lea los libros orientados a
estas edades, en muchas ocasiones más atractivos que los dedicados. al lector
adulto, ya que por encima del tema o las características externas del libro y las ilustraciones, nos
interesan los valores estéticos morales y de las narraciones.
Es conveniente que los padres comenten con sus hijos los
libros que éstos leen, ya que en el colegio esto no es siempre posible.