Series de televisión,
como “Once a time” y “Grimm”, películas como “Espejito- espejito” o “La chica
de la capa roja”, no hacen más que traer a los tiempos que corren historias
ancestrales que nos fascinaban y asustaban en la infancia. Están basadas en los
cuentos de hadas más tradicionales que, muchas veces, no tienen nada de
infantiles. ¿Qué impacto tienen en grandes y chicos estos relatos?
Las pantallas se llenaron de historias basadas en los cuentos de
hadas más tradicionales, solo que aggiornados por los guionistas al siglo XXI,
y adaptadas a relatos que muchas veces no tienen nada de infantiles. Series de
televisión como “Once a time” y “Grimm”, películas como “Espejito- espejito” o
“La chica de la capa roja”, no hacen más que traer a los tiempos que corren
esas historias ancestrales, que nos fascinaban y asustaban en la infancia.
¿Qué extraño impacto tienen en grandes y chicos estos relatos, que
vuelven una y otra vez? ¿Por qué razón se recuperan incansablemente en
diferentes versiones, serias o paródicas, tanto en la literatura como en la TV
o el cine? Según Rocío Bressia, Responsable de Contenidos en Fundación Leer, “la
primera razón está a la vista: se han convertido en pilares de nuestra cultura.
Conocidos por todos, parte integrante del patrimonio literario universal,
la incorporación de estos textos en los niños es central para la literatura
posterior”.
La psicóloga especialista en maternidad y crianza Marisa Russomando coincide: “No se trata sólo de un
aliado a la hora de dormir. Detrás de la envoltura infantil y mágica del cuento
de hadas se encuentran elementos que acompañan al desarrollo de cada lector o
espectador. A partir de este primer peldaño, los niños pueden disfrutar de toda
una cultura que retoma estos cuentos a partir de versiones modernas, satíricas,
graciosas, reinterpretaciones actuales de historias clásicas”, señala.
Además, en los cuentos tradicionales aparecen elementos
fantásticos, sobrenaturales, como hadas, brujas, pociones mágicas y dragones,
que potencian la imaginación y la creatividad, invitando a un mundo de sueños
donde todo puede suceder. “Incluso para los niños más pequeños, los
cuentos tradicionales ofrecen historias simples e interesantes que ayudan a
internalizar la estructura narrativa. Es decir, cuando se lee a los niños más
pequeños cuentos de hadas, ellos aprenden a contar sus propios cuentos, sus
propias historias, su propia experiencia”, opina Bressia.
Pero hay más. Lo que llamamos “cuentos de hadas” son un conjunto
de textos narrativos nacidos de la tradición oral en las regiones de Europa.
“La caperucita roja”, “La bella durmiente”, “El gato con botas”, entre otros,
llegaron a una versión escrita de la mano del francés Charles Perrault en el
siglo XVII, y luego a través de los hermanos Grimm, en la Alemania del siglo
XIX. Pero, al comienzo, no estaban destinados a los niños. Por ejemplo,
Perrault estaba más interesado en la creación de relatos populares que pudieran
dar cuenta de las enseñanzas morales de una época. Las historias, lejos de
todo propósito estético o literario, constituían canales para vehiculizar el
folclore y la ideología imperante.
En la versión original, para poder volver al mar, la sirenita
debía matar al príncipe -que se había casado con otra- pero decidía suicidarse.
Hansel y Gretel eran literalmente abandonados en el bosque a merced de las
fieras, porque sus padres no tenían cómo darles de comer. Y las hermanastras de
Cenicienta, por su parte, se amputaban los dedos de los pies o el talón,
para poder calzar el zapatito de cristal… Poco que ver con las versiones
edulcoradas de Walt Disney, y los relatos infantiles de la actualidad.
Pero para aquellos padres que prefieren suavizar la crueldad de
estas historias, Russomando señala algo importante: “Los cuentos permiten
soportar algunas frustraciones y elaborar situaciones mediante el uso del
lenguaje simbólico, el mismo que el de los sueños. Este lenguaje disfraza
contenidos que podrían ser traumáticos mediante figuras sencillas, y se
utiliza para explicar problemas, etapas o hechos mediante símbolos”.
En estas historias ancestrales encontramos al héroe y al villano;
a las fuerzas del bien y a las del mal; a los príncipes, el peligroso y la
inteligencia, el orden y la autoridad, al cazador (padre sustituto, protector,
fuerte e idealizado), la ausencia de los padres (impotencia paterna), los
hermanos y sus conflictos, el hada madrina, la bruja, animales salvajes
(conflictos no resueltos e instintos de agresión), etc.
“Se suele decir que los cuentos de hadas expresan distintos
aspectos arquetipos y aspectos humanos de los que no solemos tener conciencia.
Y posiblemente sea así…”, señala la escritora infantil Adela Basch, Directora
de la editorial Abran Cancha (www.abrancancha.com.ar).
Pero además, en el relato se sugieren posibilidades y alternativas. De esta
manera y gracias al lenguaje incluido en los cuentos de hadas, los niños ven
expresadas sus inquietudes y anhelos, sus dificultades y sus sentimientos
poco aceptables para el mundo social, favoreciendo su convivencia saludable y
enseñando diferentes caminos para su resolución.
Según los especialistas, el niño necesita comprenderse a sí mismo
y comprender el mundo que lo rodea, y los cuentos ayudan en este proceso:
vencer los temores más profundos y las angustias existenciales, ubicarse en el
mundo y enfrentarse a sus problemas. De allí la eficacia de los cuentos de
hadas, que se convierten en un elemento fundamental en el desarrollo desde la
infancia.
Pero Basch sostiene un punto de vista diferente: “Yo creo que se
siguen manteniendo vigentes porque -de manera disfrazada- muestran expresiones
de una sabiduría ancestral, que en el mundo de hoy está por lo general
olvidada”. La autora se refiere a los cuentos de hadas se llama comúnmente
“magia”. Por ejemplo, la capacidad de transformar una calabaza en carroza, o de
dar un beso que despierta a alguien del sueño eterno. “Esa presencia de lo
mágico como algo natural, algo que está al alcance de la mano pero que no vemos
y no sabemos cómo funciona, es a mi criterio uno de los principales atractivos
de los cuentos de hadas”, concluye.
En cualquier caso, ya sea para llevarnos a un mundo donde todo es
posible o para ayudarnos a lidiar con nuestros propios dragones, pasan las
generaciones y los cuentos de hadas siguen aquí, en el cine, en la TV o en el
libro que todas las noches les leemos a nuestros hijos. Eternos como las
fantasías o los temores mas profundos del hombre.
http://www.entremujeres.com
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