miércoles, 23 de enero de 2013

LEER ANTES DE LEER


La ciencia demuestra que: antes de nacer, el niño recibe estímulos del exterior positivos o negativos que influirán en su desarrollo posterior.

De la misma manera, el niño antes de saber leer ha  tenido una serie de experiencias que determinarán en gran medida su actitud hacia los libros y hacia el mundo en general.  El afecto que le transmite la madre con las caricias, atenciones, cuidados, juegos y canciones es percibido por el niño a través de los cinco sentidos.  Por medio del oído capta el ritmo del corazón y de las canciones con que es adormecido, recibe el ritmo de la vida y de la poesía que es una metáfora de ella.

A medida que va creciendo, el niño va alejándose e independizándose de su madre pero es necesario que siga recibiendo cariño y sea capaz de comunicar lo que siente por los demás.  La palabra va a ser un medio de conocimiento, de comunicación, de transmisión de afectos y de desarrollo de su imaginación y fantasía.  Por este motivo, los niños y mayores de todas las épocas han tenido la necesidad de oír narrar historias, leyendas y mitos.

En un momento en el que la imagen invade la intimidad familiar y sustituye a la palabra, la actitud que adopten los adultos, padres, profesores y demás personas que se relacionan con el niño determinará en gran medida que éste sea en el futuro un buen lector, o que por el contrario sea incapaz de disfrutar con un buen libro.

El proceso de aprendizaje de la lectura es complejo y en muchos casos hay una presión social
para acelerarlo, en otros casos los propios padres lo viven con ansiedad.  Estas actitudes no facilitan en absoluto el desarrollo normal de dicho proceso, por el contrario, lo entorpecen.  Es preferible centrarnos en los aspectos afectivos y gratificantes.  Muchas actividades que favorecen el aprendizaje de la lectura y posteriormente afianzan el disfrute de la misma pueden ser llevadas a cabo indistintamente en el aula y en la casa, siendo recomendable que las experiencias positivas del colegio se retuercen en el ámbito familiar.

La imagen puede ser empleada para conseguir nuestros fines.  Ver álbumes de fotos de los niños o imágenes de revistas comentándolas y hablando de ellas es una forma de enseñarles a leer imágenes.  También pueden ordenar viñetas para conseguir una secuencia lógica de acontecimientos y captar la orientación espacial de izquierda a derecha que utiliza nuestra cultura en la escritura.

Esta linealidad también es utilizada en la expresión ¡cónica y suele ser asimilada fácilmente a
través de las historietas que el niño hojea espontáneamente.

En época reciente, los tebeos eran considerados dañinos para los menores y se les prohibía en muchos casos su lectura.  En cambio, el interés del niño por este medio puede ayudar al aprendizaje de la lectura, y su comprensión supone una cierta complejidad para el mismo, ya que tiene que interpretar las imágenes, relacionar unas con otras e imaginar lo ocurrido en las continuas elipsis.  El tebeo tiene su propio código, que es aprendido por el niño de forma intuitiva.

Casi todos nuestros novelistas actuales recuerdan la agradable experiencia de oír a sus abuelas, padres o vecinos narrar cuentos y consideran que su afición a la literatura v su vocación de escritores comenzó al. escuchar las palabras de estas personas, que en muchos casos eran, analfabetas.

La tradición oral ha desaparecido prácticamente en nuestra cultura.  No sabemos romances o
leyendas pero su función será realizada por nosotros, que debemos volver a aprender a contar
cuentos.  Tenemos que ser conscientes de la trascendencia que tiene el contar al niño historias.  

Pueden ser inventadas por nosotros o bien extraídas de nuestro bagaje cultural, de la Biblia, de  la Historia, o de nuestra experiencia personal, recuerdos de infancia y anécdotas del propio niño cuando era más pequeño.  Más importante que lo que se cuenta es la manera cómo se dice y el hecho mismo de hacerlo.

Otra manera de utilizar la imagen es leer cuentos enseñando a los alumnos las ilustraciones, que, en algunas ocasiones, sustituyen totalmente al texto.  Más adelante hablaremos de los diferentes tipos de libros existentes para los más pequeños y de su utilidad.

Utilizar diapositivas de las ilustraciones de un libro puede servir para contarlo de manera diferente y para hacer una serie de juegos que afiancen el contenido o nos ayuden a conocer si han comprendido la historia.

La lectura de un cuento puede ser completada por los propios alumnos o manipulada con cualquier otra sugerencia de las experimentadas por Gianni Rodari.

Otros autores también ofrecen ideas interesantes y de indudable utilidad práctica en el aula como la "lectura equivocada", en la que el profesor va cambiando elementos de un cuento conocido por los niños para que éstos los identifiquen.  En estas actividades no solamente se pretende despertar el interés por la lectura sino conseguir otra serie de objetivos, como el desarrollo de la atención, la imaginación...

La narración del cuento debe hacerse en un momento determinado en el que se pueda crear un clima especial entre narrador y oyentes v se debe buscar el disfrute estético de los niños.  

Es fundamental recordar que la narración oral, tanto la llevada a cabo por el profesor como la que deben realizar los padres en casa, tiene que evitar la utilización de ilustraciones para que el niño oyente construya sus propias imágenes interiores asociadas a las palabras.

Los adultos que quieran acercarse a la tradición oral para aprender a contar cuentos o para conocer qué material es el más adecuado, disponen de una serie de autores que se han preocupado de este tema y les pueden, facilitar la labor: Carmen Bravo Villasante,  Antonio Rodríguez Almodóvar,  Ana Pelegrín, Nuria Ventura, entre otros muchos autores.

Los libros que utilizan los niños de esta edad deben tener un formato resistente a la manipulación inexperta, pueden ser de cartón plastificado o de gran tamaño para los más pequeños.  Las imágenes han de ser bien visibles, claras, con pocos elementos, colores cálidos y contrastes. 

Deberán predominar las formas redondeadas, evitando las angulosas.  Las historias se referirán a la familia, a niños o a animales y no deberán ser muy extensas.

Es muy conveniente que en el aula se pueda disponer de una variedad de libros similar a la
diversidad de alumnos existentes.

Los contenidos serán sencillos, pero no simples, y emplearán un vocabulario que les sea familiar.  Se puede buscar una graduación, comenzando con aquellos que incluyen bocadillos en los que aparecen simplemente letras, después se pasará a los que tienen una frase y el resto de la página estará ocupada por la ilustración.

La descripción del proceso lector del niño en sucesivas etapas se basa en las teorías psicológicas más aceptadas y en nuestra propia experiencia, pero se refiere a un alumno medio.  En la realidad encontramos niños que se aficionan pronto a leer, superan estas etapas rápidamente y siguen su personal camino lector.  Otros, por el contrario, tienen una mayor dificultad en la técnica lectora y se ven obligados a leer libros más sencillos que los correspondientes a su edad, por lo que no despiertan su interés al no adaptarse a sus gustos y necesidades.

El niño de este ciclo tiene un pensamiento intuitivo, prelógico y comienza a dominar la lectura. 
Este hecho es de suma importancia para su desarrollo intelectual.  En su relación con el libro predomina el animismo, lo leído cobra vida y es asimilado como una experiencia más de la vida.  Se debe buscar la adecuación de la imagen al texto y el progresivo desarrollo de éste.
Algunos autores se han convertido en clásicos de este período y es difícil encontrar a un niño
que no se sienta atrapado por historias como las de  Los tres bandidos,  de Tomi Ungerer, o Sapo y Sepo, de Amold Lobel.

Posteriormente, la respuesta animista que caracteriza su acercamiento a la lectura es sustituida por la fantasía, que se convierte en la característica fundamental del lector de estos años, debido al desarrollo de su imaginación.

Durante este ciclo se produce un gran desarrollo psicológico y se consiguen grandes avances en el  proceso lector.  El ritmo de aprendizaje varía considerablemente de un niño a otro y los adultos debemos estar muy atentos a cada caso particular para facilitarle la lectura más adecuada.

Los libros tratarán temas conocidos por el niño, pues no se debe aumentar el esfuerzo que le
supone la lectura en estos primeros momentos.  Los temas que le interesan son similares a los de la etapa anterior, a los que hay que añadir nuevos elementos como el humor.

El niño a medida que crece se va alejando de la madre y de la familia para integrarse en otros
grupos humanos, la clase y los amigos.  Sus intereses individuales, egocéntricos, van siendo sustituidos por una mayor preocupación por el mundo externo.  Se acentúa el deseo de saber, que debe ser fomentado en la escuela y en su casa, y toman gran importancia los juegos.  Gracias a ellos empieza a comprender la necesidad de las normas y de los demás compañeros para poder disfrutar.  A través del juego afirma su personalidad y se siente aceptado o rechazado.

Los libros adecuados a esta edad suelen referirse a los aspectos relacionados con su experiencia vital: amigos, juegos, aspectos novedosos del mundo externo.  La extensión de los mismos se amplía pero hay que seguir cuidando el lenguaje, evitando falsas retóricas y esteticismos huecos.  El niño busca la acción y quiere que se la presenten de manera sencilla y directa.

Las ilustraciones todavía son un soporte importante para la comprensión del texto y tienen que
motivar la lectura animando al niño a seguir adelante.

Los padres que contaban cuentos a sus hijos cuando eran más pequeños deben seguir haciéndolo.  También pueden proponer juegos que favorezcan su atención, aspecto fundamental para facilitar la lectura.  Por otra parte, han de procurar que los niños tengan tiempo para leer, no es bueno que estén tan ocupados que el juego y la lectura desaparezcan de la vida cotidiana, como ocurre frecuentemente.  También pueden acompañar al niño a bibliotecas públicas. y a librerías.

Hasta ahora nos hemos referido a libros de narración, pero en estas edades los libros de consulta, de temas relacionados con la naturaleza principalmente, tienen un gran interés para los niños.También otros géneros como el teatro deben ser fomentados.  Las representaciones teatrales, protagonizadas por ellos mismos, constituyen la mejor manera de que descubran esta forma expresiva. 

En estos años se empiezan a producir cambios fisiológicos en si¡ cuerpo al tiempo que se van creando las condiciones para el pensamiento hipotético deductivo; comienza a criticar a las personas, instituciones y creencias que le rodean, sin olvidarse de sí mismo. 

Aumentan los temas que le interesan predominando la aventura, el humor, los animales v el
misterio.  Suelen leer varios libros de un autor que les guste, sobre todo si tiene interés, amenidad y es tan original como Roald Dahl.  Lo mismo ocurre con algunos personajes como El pequeño Nicolás, de Goscinny, o El pequeño vampiro, de A. Sommer-Bodenburg.

El proceso de crecimiento que experimenta el niño a partir de estos años y la preocupación que despiertan en él los cambios que va sufriendo, transforman su comportamiento v empieza a sentir una mayor necesidad de soledad.  En esos momentos se entrega a la lectura con gran intensidad y vive una serie de sentimientos y emociones que le hacen identificarse con los protagonistas de las historias.

Mercedes Gómez del Manzano considera que las técnicas y métodos de animación a la lectura cumplen en estos años su máxima función: "El niño debe exteriorizar las emociones y sentimientos que le ha motivado la lectura y los procesos de identificación que le han provocado los personajes".

Esta misma autora estudia un tema que consideramos de gran interés.  A partir de los años cincuenta en Europa y de los sesenta en España, el niño se convierte en protagonista de los libros infantiles.  No se trata de un estereotipo como en épocas anteriores, sino que es un niño perfectamente caracterizado psicológicamente y adaptado al lector de las distintas edades.  

El hecho de que el niño cuando se pone a leer encuentre en la ficción a otro -niño de su misma edad y características, facilita la identificación con él. Otro tema que tiene un gran interés para los lectores  de estos años es el de la aventura protagonizada por una pandilla.  El éxito de estos libros se basa en las necesidades psicológicas y efectivas ya comentadas y en la cada vez mayor dificultad para integrarse en un grupo en el mundo urbano actual.

También tiene una mayor importancia en este ciclo y en el primero de la Educación Secundaria la orientación de los jóvenes, ya que su capacidad lectora abarca un gran abanico de lecturas y se le ofrece una cantidad ingente de títulos.

Es fundamental que el profesor lea los libros orientados a estas edades, en muchas ocasiones más atractivos que los dedicados. al lector adulto, ya que por encima del tema o las características externas del libro y las ilustraciones, nos interesan los valores estéticos morales y de las narraciones.


Es conveniente que los padres comenten con sus hijos los libros que éstos leen, ya que en el colegio esto no es siempre posible.

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