miércoles, 30 de enero de 2013

¿Para qué sirven los cuentos?



Seres super poderosos pueblan el mundo infantil y ni ellos ni sus padres cuestionan su existencia. ¿Qué verdad portan que los hacen tan atractivos e imperecederos?

Hadas, duendes, animales que hablan y seres super poderosos pueblan el mundo infantil. Ni el niño ni sus padres ponen un manto de duda a su existencia. Todo es posible y el niño así lo necesita. Cuentos clásicos como Caperucita roja, Hansel y Gretel, La Cenicienta, La Bella Durmiente, Mary Poppins, Peter Pan, etc. fueron leídos por generaciones y se transmiten de padres a hijos. ¿Qué verdad portan que los hacen tan atractivos e imperecederos?
A través de los cuentos, los niños tramitan lo pulsional que habita a todo humano y gozan con ellos “dende mentirita” -como ellos dicen- viendo cómo los malos hacen sus maldades o los monstruos “monstruosidades de monstruos”. En los cuentos, los personajes no presentan ambivalencia alguna: son muy buenos o muy malos y siempre son los buenos los que triunfan, contradiciendo lo que en la realidad podría ocurrir. ¿Es que engañamos a los niños? Entiendo que no, ya que es necesario para el pequeño poder creer que siempre el bien triunfará, como creer que sus padres pueden protegerlos de todo mal. Es necesario, aunque no sea verdad. Es una ilusión necesaria para un primer tiempo de la infancia.
¿Como podría un niño crecer pensando que los padres no pueden ayudarlo o que tal vez no puedan “salvarlo” si algo les ocurre? La angustia que les sobrevendría sería tan masiva que no les permitiría dormir o inhibiría el juego. Ellos precisan creen que hay seres que pueden protegerlos y ahí están sus padres.
Pero esto mismo tiene una contrapartida dolorosa: que el malo esté encarnado en una sola persona -y no que es una faceta de todo humano- hace vulnerables a los niños, y de esto los perversos mucho saben. Ellos aprovecharán esta inocencia y mostrarán esa faceta bondadosa que encubre el lobo que llevan dentro. El niño seguramente no lo notará y, cuando lo haga, ya será tarde y la infancia se habrá perdido antes de tiempo.
Entonces, ¿los cuentos no sirven? Si, no tiremos por la borda al niño junto con el agua de la bañera. Los cuentos son necesarios para ayudar en la estructuración subjetiva de ellos, son necesarios para poder ayudarlos a comprender el mundo -como esa maravillosa imagen de aquel abuelo en Mary Poppins que muere de risa y así sube al cielo-. Es la genialidad que tienen los autores de libros infantiles para transmitir los problemas existenciales.
Pero la realidad siempre supera a la ficción, ¿acaso no somos los adultos los primeros en sorprendernos cuando esto ocurre? Pero no adelantemos el tiempo, dejemos que los niños vivan su infancia y, para ello, es preciso que sus padres oficien de ángeles de la guarda, para que su soñar no sea perturbado.

Por la licenciada Stella Maris Gulian, psicoanalista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario